Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

31 de diciembre de 2018

ANNO DOMINI MMXIX


AÑO NUEVO 2019


Al iniciar un nuevo año,
un saludo a modo de bendición,
con una fórmula antiquísima,
cuyos orígenes se remontan a la Edad de Hierro (siglo XII A.C)
y que leemos en el Libro de los Números (6, 22-27)




Con el deseo de un nuevo tiempo 
de serenidad  y esperanza in Dómino.





28 de diciembre de 2018

AFFECTUS PER SOLAM


Una Iglesia que se ahoga en el sentimentalismo

 

Un artículo para pensar,

que retrata una realidad que se observa

en muchos lugares de la vida de nuestra sociedad –también en la Iglesia-

donde se banaliza la razón y se idolatran la emotividad y los sentimientos.

 

Por Jorge Soley,
(INFOCATÓLICA 27.12.18)

Suelo leer lo que escribe Samuel Gregg, habitualmente ponderado e informado. El artículo que escribió la semana pasada, “Una Iglesia que se ahoga en el sentimentalismo” (en inglés en THE NATIONAL CATHOLIC REPORTER) me llamó especialmente la atención porque abordaba un fenómeno devastador y muy extendido que está desfigurando la Iglesia y condenándola a la irrelevancia más atroz. El subtítulo también me pareció significativo: “La fe y la razón están asediadas por una idolatría de los sentimientos”. Y eso mientras muchos se alegran de los efímeros momentos de gloria que el sentimentalismo desbocado les ofrece.  
Gregg señala en su recomendable artículo que la Iglesia siempre ha tenido en alta estima la razón, la que nos permite usar la lógica, conocer la verdad moral o entender y profundizar en la Revelación. Tal valoración puede haber llevado, reconoce Gregg, en determinados momentos a excesos. No es el caso en nuestros tiempos, cuando lo que parece prevalecer es lo que Gregg califica como “affectus per solam”, o lo que podemos traducir como “sentimientos y nada más”. Una actitud, extendidísima, que se caracterizaría por “una exaltación de los sentimientos, un desprecio de la razón y la subsiguiente infantilización de la fe cristiana”.
A continuación Gregg se detiene en los síntomas de este peligroso fenómeno. Merece la pena repasarlos:
1.  Uso generalizado en la predicación y enseñanza de un lenguaje que es más característico de una terapia que de las palabras usadas por Cristo y sus apóstoles. Palabras como “pecado” desaparecen y son sustituidas por “sufrimientos”, “remordimientos” o “errores”.
2.  Rechazo de la defensa razonada de la moral católica acusando a quien lo hace de ser hiriente o moralista. Parece como si la verdad debiera ser silenciada si puede herir los sentimientos de alguien.
3.  Rechazo a hablar sobre el juicio y la posibilidad real del infierno. El sentimentalismo sencillamente evita el tema. Se pregunta Gregg, ¿cuándo fue la última vez que la posibilidad de condenarse eternamente fue mencionada en la misa de tu parroquia?
4.  Un Jesucristo deformado. “El Cristo que nos presentan es una especie de rabino liberal que recicla trivialidades como “cada uno tiene su propia verdad”, “haz lo que te haga sentir bien”, “sé autentico contigo mismo”, “quién soy yo para juzgar”, etc. Y sobre todo, nunca tengas miedo: este Jesús garantiza el cielo, o lo que sea, a todo el mundo”. Aquí la cita de Ratzinger que reproduce Gregg es impagable:
 “Un Jesús que está de acuerdo con todos y con todo, un Jesús sin su santa ira, sin la dureza de la verdad y del verdadero amor no es el Jesús real que nos muestran las Escrituras, sino una miserable caricatura. Una concepción de los evangelios en la que la seriedad de la ira de Dios está ausente no tiene nada que ver con el Evangelio bíblico”.
5.  Y por último, un declinar de la claridad en la exposición de la fe cristiana.
Cuestionándose acerca de las causas que nos han llevado a esta situación Gregg enumera las siguientes:
a)     El contagio de un mundo en el que el emotivismo es generalizado y que considera la moralidad como el compromiso con determinadas causas. Lo que importa es el grado de pasión en tu compromiso y el grado de corrección política del mismo.
b)     Una concepción de la fe que consiste en lo que ésta hace por cada uno de nosotros y nuestro bienestar, y no en nuestra salvación.
c)     Los esfuerzos por diluir y distorsionar la ley natural desde el postconcilio. A pesar de algún loable intento de recuperación, la ley natural tiene una posición marginal en el magisterio actual. “El precio de esto es que cuando relegas la razón a la periferia de la fe religiosa, empiezas a imaginar que la fe es de algún modo independiente de la razón, o que la fe es de algún modo inherentemente hostil a la razón. Finalmente la razonabilidad de la fe deja de ser importante y de este modo se acaba en la ciénaga del sentimentalismo”.
d)     La desaparición de la lógica del currículo educativo .
e)     La excesiva insistencia en una mala psicología y en una mala sociología por parte de muchos clérigos formados durante la década de los 70.
La solución a esta plaga de sentimentalismo no está en negar la importancia de los sentimientos y emociones, sino en integrar estos de modo coherente con la fe, la razón y la voluntad. No será fácil, pero la alternativa es una Iglesia convertida en oenegé, y como dice Gregg, resignada a la pura irrelevancia.



27 de diciembre de 2018

MARANÁ THA


EN TIEMPOS BORRASCOSOS
CONTEMPLAR LO ESCRITO POR EL VIDENTE DE PATMOS

Audiencia General del Papa Benedicto XVI del 23 de agosto de 2006, en su tercera catequesis sobre San Juan, Apóstol y Evangelista.





En 2006, después de dedicar dos catequesis a «la figura del apóstol San Juan» tratando en la primera de «ver lo que se puede saber de su vida» y, después, de meditar «en el contenido central de su Evangelio, de sus cartas: la caridad, el amor», el papa Benedicto XVI dedicó una tercera audiencia a «la figura de San Juan, esta vez considerándolo el vidente del Apocalipsis».

Transcribimos  en su totalidad esta última catequesis:


«Ante todo, conviene hacer una observación: mientras que no aparece nunca su nombre ni en el cuarto Evangelio ni en las Cartas atribuidas a este apóstol, el Apocalipsis hace referencia al nombre de San Juan en cuatro ocasiones (cf. Ap 1, 1. 4. 9; 22, 8).

Es evidente que el autor, por una parte, no tenía ningún motivo para ocultar su nombre y, por otra, sabía que sus primeros lectores podían identificarlo con precisión. Por lo demás, sabemos que, ya en el siglo III, los estudiosos discutían sobre la verdadera identidad del Juan del Apocalipsis.

En cualquier caso, podríamos llamarlo también "el vidente de Patmos", pues su figura está unida al nombre de esta isla del mar Egeo, donde, según su mismo testimonio autobiográfico, se encontraba deportado "por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús" (Ap 1, 9).

Precisamente, en Patmos, "arrebatado en éxtasis el día del Señor" (Ap 1, 10), San Juan tuvo visiones grandiosas y escuchó mensajes extraordinarios, que influirán en gran medida en la historia de la Iglesia y en toda la cultura cristiana. Por ejemplo, del título de su libro, "Apocalipsis", "Revelación", proceden en nuestro lenguaje las palabras "apocalipsis" y "apocalíptico", que evocan, aunque de manera impropia, la idea de una catástrofe inminente.

El libro debe comprenderse en el contexto de la dramática experiencia de las siete Iglesias de Asia (Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea) que, a finales del siglo I, tuvieron que afrontar grandes dificultades -persecuciones y tensiones, incluso internas- en su testimonio de Cristo.

San Juan se dirige a ellas mostrando una profunda sensibilidad pastoral con respecto a los cristianos perseguidos, a quienes exhorta a permanecer firmes en la fe y a no identificarse con el mundo pagano, tan fuerte. Su objetivo consiste, en definitiva, en desvelar, a partir de la muerte y resurrección de Cristo, el sentido de la historia humana.


La visión del Cordero inmolado


En efecto, la primera y fundamental visión de San Juan atañe a la figura del Cordero que, a pesar de estar degollado, permanece en pie (cf. Ap 5, 6) en medio del trono en el que se sienta el mismo Dios. De este modo, 
San Juan quiere transmitirnos ante todo dos mensajes: el primero es que Jesús, aunque fue asesinado con un acto de violencia, en vez de quedar inerte en el suelo, paradójicamente se mantiene firme sobre sus pies, porque con la resurrección ha vencido definitivamente a la muerte; el segundo es que el mismo Jesús, precisamente por haber muerto y resucitado, ya participa plenamente del poder real y salvífico del Padre.

Esta es la visión fundamental. Jesús, el Hijo de Dios, en esta tierra es un Cordero indefenso, herido, muerto. Y, sin embargo, está en pie, firme, ante el trono de Dios y participa del poder divino. Tiene en sus manos la historia del mundo. De este modo, el vidente nos quiere decir: "Tened confianza en Jesús; no tengáis miedo de los poderes que se le oponen, de la persecución. El Cordero herido y muerto vence. Seguid al Cordero Jesús, confiad en Jesús; seguid su camino. Aunque en este mundo sólo parezca un Cordero débil, Él es el vencedor".

Una de las principales visiones del Apocalipsis tiene por objeto este Cordero en el momento en el que abre un libro, que antes estaba sellado con siete sellos, que nadie era capaz de soltar. San Juan se presenta incluso llorando, porque nadie era digno de abrir el libro y de leerlo (cf. Ap 5, 4). La historia es indescifrable, incomprensible. Nadie puede leerla. Quizá este llanto de San Juan ante el misterio tan oscuro de la historia expresa el desconcierto de las Iglesias asiáticas por el silencio de Dios ante las persecuciones a las que estaban sometidas en ese momento. Es un desconcierto en el que puede reflejarse muy bien nuestra sorpresa ante las graves dificultades, incomprensiones y hostilidades que también hoy sufre la Iglesia en varias partes del mundo. Son sufrimientos que ciertamente la Iglesia no se merece, como tampoco Jesús se mereció el suplicio. Ahora bien, revelan la maldad del hombre, cuando se deja llevar por las sugestiones del mal, y la dirección superior de los acontecimientos por parte de Dios.

Pues bien, sólo el Cordero inmolado es capaz de abrir el libro sellado y de revelar su contenido, de dar sentido a esta historia, que con tanta frecuencia parece absurda. Sólo Él puede sacar lecciones y enseñanzas para la vida de los cristianos, a quienes su victoria sobre la muerte anuncia y garantiza la victoria que ellos también alcanzarán, sin duda.

Todo el lenguaje que utiliza San Juan, con intensas imágenes, está orientado a brindar este consuelo.


La visión de la Mujer, amenazada por el dragón y protegida por Dios

Entre las visiones que presenta el Apocalipsis se encuentran dos muy significativas: la de la Mujer que da a luz un Hijo varón, y la complementaria del Dragón, arrojado de los cielos pero todavía muy poderoso. Esta Mujer representa a María, la Madre del Redentor, pero a la vez representa a toda la Iglesia, el pueblo de Dios de todos los tiempos, la Iglesia que en todos los tiempos, con gran dolor, da a luz a Cristo siempre de nuevo. Y siempre está amenazada por el poder del Dragón. Parece indefensa, débil. Pero, mientras está amenazada y perseguida por el Dragón, también está protegida por el consuelo de Dios. Y esta Mujer al final vence. No vence el Dragón. Esta es la gran profecía de este libro, que nos infunde confianza. La Mujer que sufre en la historia, la Iglesia que es perseguida, al final se presenta como la Esposa espléndida, imagen de la nueva Jerusalén, en la que ya no hay lágrimas ni llanto, imagen del mundo transformado, del nuevo mundo cuya luz es el mismo Dios, cuya lámpara es el Cordero.


El sufrimiento nunca es la última palabra

Por este motivo, el Apocalipsis de San Juan, aunque continuamente haga referencia a sufrimientos, tribulaciones y llanto -la cara oscura de la historia-, al mismo tiempo contiene frecuentes cantos de alabanza, que representan por así decir la cara luminosa de la historia. Por ejemplo, habla de una muchedumbre inmensa que canta casi a gritos: "¡Aleluya! Porque ha establecido su reinado el Señor, nuestro Dios todopoderoso. Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su Esposa se ha engalanado" (Ap 19, 6-7). Nos encontramos aquí ante la típica paradoja cristiana, según la cual el sufrimiento nunca se percibe como la última palabra, sino que se ve como un momento de paso hacia la felicidad; más aún, el sufrimiento ya está impregnado misteriosamente de la alegría que brota de la esperanza.

Precisamente por esto, San Juan, el vidente de Patmos, puede concluir su libro con un último deseo, impregnado de ardiente esperanza. Invoca la definitiva venida del Señor: "¡Ven, Señor Jesús!" (Ap 22, 20). Es una de las plegarias centrales de la Iglesia naciente, que también San Pablo utiliza en su forma aramea: "Marana tha". Esta plegaria, "¡Ven, Señor nuestro!" (1 Co 16, 22) tiene varias dimensiones. Desde luego, implica ante todo la espera de la victoria definitiva del Señor, de la nueva Jerusalén, del Señor que viene y transforma el mundo. Pero, al mismo tiempo, es también una oración eucarística: "¡Ven, Jesús, ahora!". Y Jesús viene, anticipa su llegada definitiva. De este modo, con alegría, decimos al mismo tiempo: "¡Ven ahora y ven de manera definitiva!". Esta oración tiene también un tercer significado: "Ya has venido, Señor. Estamos seguros de tu presencia entre nosotros. Para nosotros es una experiencia gozosa. Pero, ¡ven de manera definitiva!".

Así, con San Pablo, con el vidente de Patmos, con la cristiandad naciente, oremos también nosotros: "¡Ven, Jesús! ¡Ven y transforma el mundo! ¡Ven ya, hoy, y que triunfe la paz!".  Amén».

26 de diciembre de 2018

INVISIBÍLIUM AMÓREM RAPIÁMUR


EN LA OCTAVA DE NAVIDAD



El riquísimo tesoro litúrgico de la Iglesia nos invita a celebrar dos octavas en el año: la de Navidad y la de Pascua.

De esta manera, y a lo largo de ocho días, estos dos misterios centrales de la fe cristiana, son rememorados como si fuera un solo día, siguiendo antiquísimas tradiciones religiosas.

Los textos litúrgicos de estos días son sublimes y llenos de referencias trascendentes, y nos invitan a acercarnos con fe viva para rememorar lo ocurrido en la plenitud de los tiempos.

Uno de esos pasajes maravillosos es el que canta el Prefacio I de Navidad, que se lee en las Misas de esta Octava, y dice:


“… GRACIAS AL MISTERIO DE LA PALABRA HECHA CARNE,
LA LUZ DE TU GLORIA
BRILLÓ ANTE NUESTROS OJOS CON NUEVO RESPLANDOR,
PARA QUE,
CONOCIENDO A DIOS VISIBLEMENTE
LLEGUEMOS AL AMOR DE LO INVISIBLE...

Que en la forma extraordinaria del Rito Romano expresa:


Quia per incarnáti Verbi mystérium,
nova mentis nostræ óculis lux tuæ claritátis infúlsit:
ut dum visibíliter Deum cognóscimus,
per hunc in invisibílium amórem rapiámur.

SANTOS JOAQUÍN Y ANA EN BELÉN


DOS PERSONAJES DE LA NAVIDAD


Hay dos personas que si bien no aparecen citados en los Evangelios a la hora del Nacimiento del Niño Dios, sí están presentes en su genealogía: nos referimos a Santa Ana y San Joaquín.

Ellos son los padres de la Virgen Madre del Niño, 
y por tanto, sus abuelos.

Hay una tradición antigua que los ha incorporado en la galería de los personajes en torno al Niño de Belén. 

De ahí que el cancionero popular español ha escrito hermosos versos, que los felicita por el acontecimiento:

“SEÑORA SANTA ANA,
¿QUÉ DICEN DE VOS?”
“QUE SOY SOBERANA
ABUELA DE DIOS”

“SEÑOR SAN JOAQUÍN
¿QUÉ DICEN DE TI?”
“QUE SOY EL ABUELO
DEL SANTO CHIQUIRRÍN”

Y otro soneto, muy conocido, dice:

REPICA UNA CAMPANA
DESDE LOS CIELOS,
PORQUE JOAQUÍN Y ANA
YA SON ABUELOS.

QUE VUESTRA CAMPANA
RESUENE SIN FIN,
SEÑORA SANTA ANA
SEÑOR SAN JOAQUÍN.


25 de diciembre de 2018

EL "GENIO FEMENINO" EN BELÉN

EN EL PESEBRE DE BELÉN

Unos versos que trasuntan los sagrados misterios de la Encarnación y la Redención.

Escritos por un poeta gaditano, con el gracejo del sabor popular andaluz.

Y que muestran la gran importancia del "genio femenino" en la Revelación.

Para leer con detenimiento...


UNA VISITA Y UN REGALO

Era en Belén, y era Nochebuena la noche.
Apenas la puerta crujió cuando entraba...
Era una mujer seca, harapienta y oscura,
con la frente de arrugas y la espalda curvada.
Venía sucia de barro, de polvo de caminos.
La iluminó la luna, y no tenía sombra.
Tembló María al verla; la mula no, ni el buey,
rumiando paja y heno igual que si tal cosa.
Tenía los cabellos largos color ceniza,
color de mucho tiempo, color de viento antiguo.
En sus ojos se abría la primera mirada,
y cada paso era tan lento como un siglo.
Temió María al verla acercarse a la cuna.
En sus manos de tierra, ¡oh Dios!, ¿qué llevaría…?
Se dobló sobre el Niño, lloró infinitamente
y le ofreció la cosa que llevaba escondida.
La Virgen, asombrada, la vio al fin levantarse.
¡Era una mujer bella, esbelta y luminosa!
El Niño la miraba. También la mula. El buey
mirábala y rumiaba igual que si tal cosa.
Era en Belén, y era Nochebuena la noche.
Apenas si la puerta crujió cuando se iba.
María al conocerla gritó y la llamó: «¡Madre!»
Eva miró a la Virgen y la llamó: «¡Bendita!».
¡Qué clamor, qué alborozo por la piedra y la estrella!
Afuera aún era pura, dura la nieve y fría.
Dentro, al fin, Dios dormido sonreía teniendo,
entre sus dedos niños, la manzana mordida.

CANTA UN ÁNGEL EN EL CIELO


En este día de NAVIDAD
un tradicional canto navideño
interpretado por jóvenes chilenos
de la excelente agrupación CANTO CATÓLICO.
 La melodía es del gran compositor Mendelssohn:




Canta un ángel en el Cielo
¡Gloria, Gloria, Gloria a Dios!
y a los hombres en la tierra
gracia y paz les dé el Señor

Con los cielos alabemos
y al eterno Rey honremos
con angélico cantar
Cristo nace en un portal,
canta un ángel con gran voz
Gloria, Gloria a nuestro Dios

Vamos todos a adorarlo
es el Cristo nuestro Dios
de sus gracias esperamos
nos vendrá la salvación

Con los cielos alabemos
y al eterno Rey honremos
con angélico cantar
Cristo nace en un portal,
canta un ángel con gran voz
Gloria, Gloria a nuestro Dios

Salve Príncipe de paz
que trajiste plenitud
luz y vida con amor
y en tus alas la salud

Con los cielos alabemos
y al eterno Rey honremos
con angélico cantar
Cristo nace en un portal
canta un ángel con gran voz
Gloria, Gloria a nuestro Dios

El enlace para escucharlo:

https://www.youtube.com/watch?v=aNUyjW0kgMU

24 de diciembre de 2018

GLORIA IN EXCELSIS DEO

EL CORO ANGELICAL CANTA EN BELÉN




Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, 
que es el Mesías, el Señor. 
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido 
envuelto en pañales y acostado en un pesebre». 
 Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
«¡Gloria a Dios en las alturas,
y en la tierra, paz a los hombres amados por Él!».

 
(Lc 2, 11-14)

23 de diciembre de 2018

200 años de "NOCHE DE PAZ"


       “Noche de paz, noche de amor…” 

(Stille Nacht, heilige Nacht)


     

Es un conocido villancico austriaco compuesto originalmente en alemán por el maestro de escuela y organista austriaco Franz Xaver Gruber. La letra fue realizada por el sacerdote austriaco Joseph Mohr.

Fue interpretado por primera vez el 24 de diciembre de 1818 en la iglesia de San Nicolás (Nikolauskirche) de OberndorfAustria. La letra había sido compuesta en 1816 por Mohr en la parroquia de Santa María (Mariapfarr), pero en la víspera de Navidad se la llevó a Gruber y le pidió que le hiciera una composición musical y un acompañamiento en guitarra para el servicio de la Iglesia.

En muchísimos lugares de todo el planeta este canto es entonado en la Nochebuena.

En el siguiente enlace puede escucharse una de sus muchas versiones:

Una anécdota histórica de este villancinco en la Primera Guerra Mundial

La canción de Noche de Paz fue entonada en la noche de 24 de diciembre de 1914 en un momento conocido como “Tregua de navidad”. Se trató de un breve “alto el fuego no oficial” que ocurrió entre las tropas del Imperio alemán y el Imperio británico estacionadas en el frente occidental de la Primera Guerra Mundial durante la Navidad de 1914. La tregua comenzó en la víspera de la Navidad, el 24 de diciembre de 1914 cuando las tropas alemanas comenzaron a decorar sus trincheras, luego continuaron con su celebración cantando villancicos, específicamente Stille Nacht (Noche de paz). Las tropas británicas en las trincheras al otro lado respondieron entonces con los mismos villancicos en inglés.

Ambos lados continuaron el intercambio gritando saludos de Navidad los unos a los otros.

La artillería en esa región permaneció silenciosa y a un lado esa noche. La tregua también permitió que los caídos recientes fueran recuperados desde detrás de las líneas y enterrados. Se hicieron ceremonias de entierro con soldados de ambos lados del conflicto llorando las pérdidas juntos y ofreciéndose su mutuo respeto.




16 de diciembre de 2018

GAUDETE!


III DOMINGO DE ADVIENTO (GAUDETE)

Ya cercanos a Navidad,
la Iglesia nos lee textos que entremezclan
la cercanía de la celebración del nacimiento del Salvador
con su segunda venida,
alentando a los fieles a una santa y gozosa esperanza.



DEL INTROITO DE LA MISA DE HOY:

“Alégrense siempre en el Señor.
Vuelvo a insistir, alégrense, pues el Señor está cerca”.(Flp.4, 4-5)


DEL EVANGELIO QUE HOY SE PROCLAMA:

“ …Tiene en su mano la horquilla 
para limpiar su era 
y recoger el trigo en su granero. 
Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible…” 
(Lc. 3,18)