Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

28 de febrero de 2015

EN CUARESMA: LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR


POR LA PASIÓN
DEBÍA LLEGAR A LA GLORIA DE LA RESURRECCIÓN


Hermoso texto del Prefacio de este día:

.



“Él mismo,
después de anunciar su muerte a los discípulos
les reveló el esplendor de su gloria en la montaña santa,
para que constara,
con el testimonio de la Ley y los Profetas,
que, por la Pasión,
debía llegar a la gloria de la Resurrección”.

DOLOROSAS REALIDADES: Con sagrarios vacíos

Iglesias parroquiales francesas 

con Sagrarios vacíos: desolación espiritual




La noticia de la profanación de los Sagrarios de varios templos parroquiales en la hermosa región francesa del Ródano-Alpes es muy dolorosa.

Esta tierra, que desde los orígenes del cristianismo ha sido fecundada por centenares de monasterios e iglesias, tierra donde San Juan María Vianney - el santo Cura de Ars - dio un ejemplo medular de vida sacerdotal, hoy se encuentra religiosamente desolada: los fieles cristianos no tendrán posibilidad de rezar ante Jesús sacramentado en el Sagrario de su iglesia parroquial.

La medida tomada por el Obispo de Belley-Ars tiene una finalidad pedagógico-catequística: los tabernáculos vacíos con sus puertas abiertas serán una señal de atención.

¿Es también un signo de los tiempos...?



PARÍS, 15 Febrero 2015 (ACI/EWTN Noticias).- 

El Obispo de Belley-Ars (Francia), Mons. Pascal Roland, decidió ordenar el retiro del Santísimo de todas las capillas e iglesias de sus diócesis luego de una ola de robos sacrílegos ocurridos en los últimos días en la región.

Tras diversos hechos relacionados con “la profanación de Tabernáculos y el robo de copones” y respaldado por el Código de Derecho Canónico, el Prelado emitió una ordenanza en la que solicita que “el Santísimo sacramento será retirado de  los tabernáculos de todas las Iglesias y capillas parroquiales y será depositado en lugar seguro”.

“La puerta de los tabernáculos permanecerá ostensiblemente abierta”, prosigue.

Para las necesidades de la oración pública o privada, explica el Obispo de la tierra de San Juan María Vianney (el Cura de Ars), “el Santísimo sacramento podrá ser recolocado temporalmente en esos tabernáculos con la condición de que se asegure una presencia suficiente de fieles”.

Estas medidas entraron en vigor el 10 de febrero y “permanecerán hasta nueva orden”.

“El Obispo espera que estas medidas excepcionales manifiesten a todos la gravedad de estos hechos y contribuyan a desalentar su repetición”, concluye.

Ola de robos

Días atrás, el Obispado de Belley-Ars, a través de su sitio web dio a conocer los últimos ataques y robos sacrílegos ocurridos en la diócesis:

El 6 de febrero -día en el que se cumplieron 250 años de la aprobación del culto al Sagrado Corazón de Jesús aprobado por el Papa Clemente XIII- los parroquianos de Neuville-les-Dames, en la agrupación parroquial de Châtillon-sur-Chalaronne, descubrieron que el tabernáculo de la Iglesia de San Mauricio había sido fracturado, y que el copón donde se colocan las hostias consagradas había sido sustraído.


La misma tarde, los parroquianos de Ambronay, dieron cuenta también del robo de un copón en la Iglesia de Nuestra Señora. El sábado 7  de febrero, en Vonnas, se constató el robo de dos copones de la Iglesia de San Martín.
El domingo 8  de febrero, en Jujurieux (agrupamiento parroquial de Pont-d’Ain), los fieles descubrieron que otro copón había sido robado en la Iglesia de San Esteban. En estos cuatro casos, las hostias consagradas no fueron robadas, sino abandonadas en el lugar.

El sábado 7 de febrero, el sacerdote de Montluel descubrió que el copón y las hostias de la colegiata Notre-Dame-des-Marais habían sido robadas.

Este robo fue la continuación de una serie de robos, profanaciones y degradaciones que tuvieron lugar en el curso de los últimos meses en las iglesias de la diócesis: robos de objetos y de una estatua en la iglesia de Seyssel, en octubre de 2014; robo de hostias consagradas en la iglesia de Saint-Jean de Niost y de Sainte-julie, en octubre de 2014, y  de Saint-Etienne-du-Bois, en noviembre de 2014; y otras profanaciones en Saint-Maurice-de-Beynost el 11 de enero de 2015.

Las comunidades afectadas por estos robos y las parroquias han presentado una queja ante la Gendarmería. Por ello, indican, se hizo un inventario completo de los objetos de estas Iglesias gracias a la gestión conjunta del Servicio Diocesano del Arte Sagrado y el Consejo General del departamento de l’Ain en donde se encuentra la diócesis de Belley-Ars.

La indicación precisa de los objetos sustraídos y sus fotografías fueron inmediatamente enviadas a la Gendarmería Nacional, para intentar bloquear el tráfico de estos bienes culturales, buscarlos y vigilar para impedir su reventa.


Repudio a los robos sacrílegos

La Iglesia Católica en l’Ain deplora que “objetos sagrados como copones o tabernáculos sean robados o degradados. Lamenta la falta de respeto de los autores que se apropian de los copones, tan queridos por la comunidad parroquial y por los habitantes de las comunidades de las que estos objetos son patrimonio”.

Los católicos de la región, prosiguen, “están profundamente impactados por el robo de las hostias consagradas. Estas hostias consagradas por el sacerdote en la Misa son el Cuerpo de Cristo, la presencia real de Jesús. Por tanto, este robo es una profanación de extrema gravedad”.

“Sean cuales fueren las intenciones de los autores de estos actos, nada más ofensivo puede ser cometido contra Dios, la fe cristiana y la comunidad católica. La Iglesia invita a cada cristiano a orar por el perdón y arrepentimiento de aquellos que cometieron estos actos. Que esta prueba sea, para todos los cristianos, ocasión de profesar su fe en Cristo, realmente presente en esas hostias consagradas” concluyen.



HOMILÉTICA: II Domingo de Cuaresma LA TRANSFIGURACIÓN

En el reciente documento presentado por la CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS

llamado:"DIRECTORIO HOMILÉTICO"(Vaticano, 2014)

al referirse al II Domingo de Cuaresma, destaca los puntos que debiera considerar el predicador sagrado (homileta)



El monte Tabor, en Tierra Santa, en la actualidad.


PER CRUCEM AD LUCEM

64. El pasaje evangélico del II domingo de Cuaresma es siempre la narración de la Transfiguración. Es curioso cómo la gloriosa e inesperada transfiguración del cuerpo de Jesús, en presencia de los tres discípulos elegidos, tiene lugar inmediatamente después de la primera predicación de la Pasión. (Estos tres discípulos – Pedro, Santiago y Juan – también estarán con Jesús durante la agonía en Getsemaní, la víspera de la Pasión).

En el contexto de la narración, en cada uno de los tres Evangelios, Pedro, apenas ha confesado su fe en Jesús como Mesías. Jesús acepta esta confesión, pero inmediatamente se dirige a los discípulos y les explica qué tipo de Mesías es Él: «empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día». Sucesivamente pasa a enseñar qué implica seguir al Mesías: «El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga».

Es después de este evento, cuando Jesús toma a los tres discípulos y los lleva a lo alto de un monte, y es allí donde su cuerpo resplandece de la gloria divina; y se les aparecen Moisés y Elías, que conversaban con Jesús. Estaban todavía hablando, cuando una nube, signo de la presencia divina, como había sucedido en el monte Sinaí, le envolvió junto a sus discípulos. De la nube se elevó una voz, así como en el Sinaí el trueno advertía que Dios estaba hablando con Moisés y le entregaba la Ley, la Torah. Esta es la voz del Padre, que revela la identidad más profunda de Jesús y la testimonia diciendo: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo» (Mc 9,7).

65. Muchos temas y modelos puestos en evidencia en el presente Directorio se concentran en esta sorprendente escena. Ciertamente, cruz y gloria están asociadas. Claramente, todo el Antiguo Testamento, representado por Moisés y Elías, afirma que la cruz y la gloria están asociadas. El homileta debe abordar estos argumentos y explicarlos. Probablemente, la mejor síntesis del significado de tal misterio nos la ofrecen las bellísimas palabras del prefacio de este domingo. El sacerdote, iniciando la oración eucarística, en nombre de todo el pueblo, da gracias a Dios por medio de Cristo nuestro Señor, por el misterio de la Transfiguración: «Él, después de anunciar su muerte a los discípulos les mostró en el monte santo el esplendor de su gloria, para testimoniar, de acuerdo con la ley y los profetas, que la pasión es el camino de la Resurrección». Con estas palabras, en este día, la comunidad se abre a la oración eucarística.

66. En cada uno de los pasajes de los Sinópticos, la voz del Padre identifica en Jesús a su Hijo amado y ordena: «Escuchadlo». En el centro de esta escena de gloria trascendente, la orden del Padre traslada la atención sobre el camino que lleva a la gloria. Es como si dijese: «Escuchadlo, en él está la plenitud de mi amor, que se revelará en la cruz». Esta enseñanza es una nueva Torah, la nueva Ley del Evangelio, dada en el monte santo poniendo en el centro la gracia del Espíritu Santo, otorgada a cuantos depositan su fe en Jesús y en los méritos de su cruz. Porque él enseña este camino, la gloria resplandece del cuerpo de Jesús y viene revelado por el Padre como el Hijo amado. ¿Quizá no estemos aquí adentrándonos en el corazón del misterio trinitario? En la gloria del Padre vemos la gloria del Hijo, inseparablemente unida a la cruz. El Hijo revelado en la Transfiguración es «luz de luz», como afirma el Credo; este momento de las Sagradas Escrituras es, ciertamente, una de las más fuertes autoridades para la fórmula del Credo.

67. La Transfiguración ocupa un lugar fundamental en el Tiempo de Cuaresma, ya que todo el Leccionario Cuaresmal es una guía que prepara al elegido entre los catecúmenos para recibir los sacramentos de la iniciación en la Vigilia pascual, así como prepara a todos los fieles para renovarse en la nueva vida a la que han renacido. Si el I domingo de Cuaresma es una llamada particularmente eficaz a la solidaridad que Jesús comparte con nosotros en la tentación, el II domingo nos recuerda que la gloria resplandeciente del cuerpo de Jesús es la misma que él quiere compartir con todos los bautizados en su Muerte y Resurrección. El homileta, para dar fundamento a esto, puede justamente acudir a las palabras y a la autoridad de san Pablo, quien afirma que “Cristo transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su condición gloriosa” (Fil 3,21). Este versículo se encuentra en la segunda lectura del ciclo C, pero, cada año, puede poner de relieve cuanto hemos apuntado.

68. En este domingo, mientras los fieles se acercan en procesión a la Comunión, la Iglesia hace cantar en la antífona las palabras del Padre escuchadas en el Evangelio: «Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo». Lo que los tres discípulos escogidos escuchan y contemplan en la Transfiguración viene ahora exactamente a converger con el acontecimiento litúrgico, en el que los fieles reciben el Cuerpo y la Sangre del Señor. En la oración después de la Comunión damos gracias a Dios porque «nos haces partícipes, ya en este mundo, de los bienes eternos de tu reino». Mientras están allí arriba, los discípulos ven la gloria divina resplandecer en el Cuerpo de Jesús. Mientras están aquí abajo, los fieles reciben su Cuerpo y Sangre y escuchan la voz del Padre que les dice en la intimidad de sus corazones: «Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo».


27 de febrero de 2015

LA CUARESMA: Concilio Vaticano II


LA CUARESMA
Recomendaciones del Concilio Vaticano II

El recuerdo del Bautismo y la práctica penitencial

De la Constitución “Sacrosanctum Concilium” sobre la Sagrada Liturgia

109. Puesto que el tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la palabra de Dios y a la oración, para que celebran el misterio pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la preparación del bautismo y mediante la penitencia, dése particular relieve en la Liturgia y en la catequesis litúrgica al doble carácter de dicho tiempo. Por consiguiente:

a) Úsense con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la Liturgia cuaresmal y, según las circunstancias, restáurense ciertos elementos de la tradición anterior.

b) Dígase lo mismo de los elementos penitenciales. Y en cuanto a la catequesis, incúlquese a los fieles, junto con las consecuencias sociales del pecado, la naturaleza propia de la penitencia, que lo detesta en cuanto es ofensa de Dios; no se olvide tampoco la participación de la Iglesia en la acción penitencial y encarézcase la oración por los pecadores.



110. La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino también externa y social. Foméntese la práctica penitencial de acuerdo con las posibilidades de nuestro tiempo y de los diversos países y condiciones de los fieles.





26 de febrero de 2015

CUARESMA: Breve y sucinta definición


LA CUARESMA
Sobria definición del Catecismo Mayor Romano




37. ¿Qué es la CUARESMA?

 La Cuaresma es un tiempo de ayuno y penitencia, instituido por la Iglesia por tradición apostólica.



38. ¿Con qué finalidad ha sido instituida la Cuaresma?

La Cuaresma ha sido instituida:

1° Para darnos a entender la obligación que tenemos de hacer penitencia todo el tiempo de nuestra vida, de la cual, según los Santos Padres, es figura la Cuaresma;

2°  Para imitar en alguna manera el riguroso ayuno de cuarenta días que Jesucristo practicó en el desierto;

3° Para prepararnos por medio de la penitencia a celebrar santamente la Pascua.



42. ¿Qué hemos de hacer para vivir bien la Cuaresma según la mente de la Iglesia?

Para vivir bien la Cuaresma según la mente de la Iglesia hemos de hacer cuatro cosas:

1ª  Guardar exactamente el ayuno y la abstinencia, y mortificarnos no sólo en las cosas ilícitas y peligrosas, sino también -en cuanto podamos- en las lícitas, como sería moderarnos en las recreaciones;

2ª Dedicar más tiempo a la oración y hacer limosnas y otras obras de cristiana piedad con el prójimo más que da ordinario,

3ª Leer la Palabra de Dios, no por costumbre o curiosidad, sino con deseo de poner en práctica las verdades que se leen y meditan;

4ª Prepararnos a una confesión general para hacer más meritorio el ayuno y disponernos mejor a la Comunión pascual.


LA IGLESIA ES CUSTODIA DEL DEPÓSITO DE LA FE

La Iglesia debe defender en términos inequívocos el depósito de la fe, porque ella es testigo, custodia intérprete y medio.

"Depositum custodi"

Audiencia General del miércoles 19 de enero de 1972
                                                         
Papa Beato Pablo VI



La Iglesia, ayer y hoy, da una importancia fundamental a la  rigurosa conservación de la Revelación auténtica, y la considera como un tesoro inviolable frente a los errores que circulan en la cultura contemporánea.
Ella es la custodia del “depositum fidei”
Y a quien le solicita que vuelva su fe más fácil, más relativa a los gustos de la cambiante mentalidad de los tiempos, responde con los Apóstoles: Non possumus, no podemos (Hechos de los Apóstoles 4,20).




Tratad de poner vuestra mente, vuestro espíritu, de hecho vuestra conciencia de vivir, delante del cúmulo de las cuestiones principales, aquellas que se refieren al origen del universo, el sentido de la vida, el ansia de conocer el destino de la humanidad, el fenómeno religioso que pretende responder a estos problemas, absorbiendo y superando lo que la ciencia y la filosofía nos pueden decir al respecto; y tratad de colocar el hecho cristiano en medio y por encima de tales interrogantes, que reconocidos en sus exigencias ilimitadas llamamos tinieblas, pero que en el encuentro con el hecho cristiano mismo se iluminan, y dejan entrever su misteriosa profundidad y a la vez cierta nueva maravillosa belleza, y sentiréis resonar dentro de vosotros, como si fuesen pronunciadas en este mismo instante, las conocidas palabras del Evangelio de Juan: «La luz brilla en las tinieblas» (Juan 1,5); el panorama del cosmos se ha iluminado como si en la noche hubiese salido el sol, las cosas muestran su orden encantador y todavía explorable; y el hombre casi riendo y temblando de alegría llega a conocerse a sí mismo, y se descubre como el viandante privilegiado que camina, mínimo y supremo, en la escena del mundo, con la simultánea conciencia de tener derecho y capacidad de dominarle, y de tener a la vez el deber y la posibilidad de trascenderlo en la fascinación de una nueva relación que lo supera: el diálogo con Dios; un diálogo que comienza así: «Padre nuestro, que estás en el cielo…».

No es un sueño, no es una fantasía, no es una alucinación. Es simplemente el efecto primero y normal del Evangelio, de su luz sobre la pantalla de un alma, que se ha abierto a sus rayos. ¿Cómo se llama esta proyección de luz? Se llama la Revelación. ¿Y cómo se llama esta apertura del alma? Se llama la fe.

Cosas estupendas, que recogemos en aquel libro sublime de teología y de mística que se llama el Catecismo, es decir el libro religioso de las verdades fundamentales. Pero esta introducción quiere hoy referirse a cuanto escuchamos sobre una cuestión sucesiva, que Nos consideramos de máxima importancia con respecto a la condición ideológica en que hoy se encuentra el hombre pensante religiosamente; a saber: el contacto con Dios, resultante del Evangelio, ¿es un momento inscrito en una natural evolución del espíritu humano, la cual todavía continúa mutando y superándose, o bien es un momento único y definitivo, del cual debemos nutrirnos sin fin, pero siempre reconociendo inalterable el contenido esencial?

La respuesta es clara: ese momento es único y definitivo. O sea, la Revelación está inserta en el tiempo, en la historia, en una fecha precisa, en un acontecimiento determinado, que con la muerte de los Apóstoles se debe considerar concluido y para nosotros completo (Cfr. Denzinger-Schönmetzer, 3421). La Revelación es un hecho, un acontecimiento, y al mismo tiempo un misterio, que no nace del espíritu humano, sino que viene de una iniciativa divina, que ha tenido muchas manifestaciones progresivas, distribuidas en una larga historia, el Antiguo Testamento; y ha culminado en Jesucristo (Cfr. Hebreos 1,1; 1 Juan 1,2-3; Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Dei Verbum, 1). La Palabra de Dios es así finalmente para nosotros el Verbo Encarnado, el Cristo histórico y luego viviente en la comunidad unida a Él mediante la fe y el Espíritu Santo, en la Iglesia, es decir su Cuerpo místico.

Así es, hijos queridísimos; y afirmando esto, nuestra doctrina se separa de los errores que han circulado y todavía afloran en la cultura de nuestro tiempo, y que podrían arruinar totalmente nuestra concepción cristiana de la vida y de la historia. El modernismo representó la expresión característica de estos errores, y bajo otros nombres es todavía de actualidad (Cfr. Decreto Lamentabili de San Pío X, 1907, y su Encíclica Pascendi; Denzinger-Schönmetzer, 3401 ss).

Podemos entonces comprender por qué la Iglesia católica, ayer y hoy, da tanta importancia a la rigurosa conservación de la Revelación auténtica, y la considera como un tesoro inviolable, y tiene una conciencia tan severa de su deber fundamental de defender y de transmitir en términos inequívocos la doctrina de la fe; la ortodoxia es su primera preocupación; el magisterio pastoral su función primaria y providencial; la enseñanza apostólica fija de hecho los cánones de su predicación; y la consigna del Apóstol Pablo, Depositum custodi [Custodia el depósito] (1 Timoteo 6,20; 2 Timoteo 1,14), constituye para ella un compromiso tal, que sería una traición violar. La Iglesia maestra no inventa su doctrina; ella es testigo, es custodia, es intérprete, es medio; y, para cuanto se refiere a las verdades propias del mensaje cristiano, ella se puede decir conservadora, intransigente; y a quien le solicita que vuelva su fe más fácil, más relativa a los gustos de la cambiante mentalidad de los tiempos, responde con los Apóstoles: Non possumus, no podemos (Hechos de los Apóstoles 4,20).

Esta breve catequesis no ha terminado aquí, porque faltaría mencionar cómo esta revelación originaria se transmite a través de la palabra, el estudio, la interpretación, la aplicación; es decir cómo ella genera una tradición, que el magisterio de la Iglesia acoge y controla, a veces con autoridad decisiva e infalible. Falta también recordar cómo el conocimiento de la fe y la enseñanza que la expone, o sea la teología, pueden expresarse en medidas, en lenguajes y en formas diversas; es decir cómo es legítimo un «pluralismo» teológico, cuando se mantiene en el ámbito de la fe y del magisterio confiado por Cristo a los Apóstoles y a quienes los suceden.

Y faltará todavía explicar cómo la Palabra de Dios, custodiada en su autenticidad, no es, por eso mismo, árida y estéril, sino fecunda y viva, y destinada no sólo a ser escuchada pasivamente, sino vivida, siempre renovada y también originalmente encarnada en las almas individuales, en las comunidades individuales, en las Iglesias individuales, según las dotes humanas y según los carismas del Espíritu Santo, de los que dispone cualquiera que se hace discípulo fiel de la Palabra viva y penetrante de Dios (Cfr. Hebreos 4,12).

Quizás volvamos a hablar de ello, si Dios quiere. Pero mientras tanto basten estos fragmentos de la doctrina católica para dejarnos pensativos, fervorosos y felices. Con nuestra Bendición Apostólica.






25 de febrero de 2015

EL ITINERARIO CUARESMAL: La confesión general

                                            EL REGALO DE DIOS DEL PERDÓN

Tras la publicación por parte de sus obispos norteamericanos de la Exhortación Pastoral «El Regalo de Dios del Perdón», la Iglesia en los Estados Unidos, desde la página web de su Conferencia Episcopal (USCCB), ha publicado una serie de materiales para ayudar a los fieles a vivir la Cuaresma y redescubrir el Sacramento de la Penitencia. Entre otros recursos figura una guía orientativa para realizar el examen de conciencia previo a la recepción del sacramento.




La Unión de Obispos Católicos de los Estados Unidos, (USCCB), desde su sitio web, cuenta con varios recursos sobre la confesión; entre ellos el texto completo de la Exhortación Pastoral "El Regalo de Dios del Perdón", en el que se incluye una guía sobre cómo confesarse; así como el documento titulado «Penitencia: Reconciliados con la relación correcta, llamados a curar y restaurar».

«En el Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación, también conocido como confesión, nos encontramos con el Señor que nos quiere ofrecer su perdón y su gracia para vivir una vida renovada en Él. Por medio de este sacramento, Él nos prepara para recibirlo en la Eucaristía limpios de pecado grave, con una fe viva, una esperanza intensa y un amor purificador», dicen los obispos estadounidenses en la Exhortación Pastoral "El Regalo de Dios del Perdón", sobre el Sacramento de la Penitencia y Reconciliación.
Dicen también que es por la gracia del Espíritu Santo que los bautizados buscan el perdón y el arrepentimiento y «nos liberamos de los hábitos del pecado, crecemos en una vida de virtud, y somos testigos de una conversión gozosa».
Por eso, como recuerdan los obispos, los sacerdotes están siempre dispuestos a acompañar, guiar y, sobre todo, administrar el Sacramento del perdón a los fieles que con corazón arrepentido se acerquen a Dios:
«Si tienen alguna dificultad o duda, o sienten incertidumbre sobre cómo acercarse al Señor en este sacramento, los obispos y sacerdotes estamos deseosos de ayudarles, y si desde hace tiempo no reciben este sacramento sanador, nosotros estamos preparados para acogerlos. Cristo nos ha designado para administrar el perdón en Su nombre, y durante toda nuestra vida también acudimos al sacramento, tanto como penitentes como ministros, y particularmente en
En este sitio web hay orientaciones para realizar el examen de conciencia de acuerdo con los Mandamientos, a la luz de la enseñanza social católica y cómo han de hacer dicho examen los niños, los jóvenes adultos, las personas solteras y los casados.
Igualmente, se ofrece una catequesis sobre las prácticas penitenciales de la oración, el ayuno y la limosna, las cuales se incrementan durante la Cuaresma, y sobre las enseñanzas de la Iglesia en relación con el Credo, la moralidad, María y los Santos, entre otros; además de un corto video explicativo sobre el Sacramento de la Penitencia y Reconciliación.
La Iglesia Católica, en el Catecismo (numerales del 1455 al 1458) señala que la confesión de los pecados «nos libera y facilita nuestra reconciliación con los demás», ya que a través de ella, «el hombre se enfrenta a los pecados de que se siente culpable; asume su responsabilidad y, por ello, se abre de nuevo a Dios y a la comunión de la Iglesia con el fin de hacer posible un nuevo futuro».
De acuerdo con el mandamiento de la Iglesia «todo fiel llegando a la edad de uso de razón debe confesar, al menos una vez al año, fielmente sus pecados graves». También recomienda, «sin ser estrictamente necesario», confesar los pecados veniales, ya que «ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu».

El sitio es



y buscar dentro de “El año litúrgico” el subtítulo “Cuaresma”

24 de febrero de 2015

EL ITINERARIO CUARESMAL: Invitatorio del Oficio divino

" A Cristo, el Señor, 

que por nosotros fue tentado 

y por nosotros murió, 

venid, adorémosle"


Nuestra Señora de la Piedad en la entrada de la Basílica del Valle de los Caídos, Madrid.


La misma imagen, editada en blanco y negro.

EL ITINERARIO CUARESMAL: Camino de conversión

EL ESFUERZO DE CONVERSIÓN NO ES SÓLO UNA OBRA HUMANA

De la homilía del Papa Francisco el Miércoles de Ceniza 2015

Como pueblo de Dios hoy comenzamos el camino de la Cuaresma, un tiempo en el que tratamos de unirnos más estrechamente al Señor Jesucristo, para compartir el misterio de su pasión y resurrección.
La liturgia del miércoles de Ceniza nos propone ante todo el pasaje del profeta Joel, enviado por Dios para llamar a la gente al arrepentimiento y a la conversión, a causa de una calamidad (una invasión de langostas) que devasta Judea. Sólo el Señor puede salvar del flagelo y por lo tanto es necesario suplicarle con oraciones y ayunos, confesando el propio pecado.
El profeta insiste en la conversión interior: «Vuelvan a mí de todo corazón» (2:12). Regresar al Señor “con todo el corazón” significa emprender el camino de una conversión no superficial y transitoria, sino un itinerario espiritual que tiene que ver con el lugar más íntimo de nuestra persona. El corazón, de hecho, es el centro de nuestros sentimientos, el centro en el que maduran nuestras decisiones, nuestras actitudes.
Aquel “vuelvan a mí de todo corazón” no implica sólo el individuo, sino que se extiende a la entera comunidad, es una convocación dirigida a todos: « ¡reúnan al pueblo, convoquen a la asamblea, congreguen a los ancianos, reúnan a los pequeños y a los niños de pecho! ¡Que el recién casado salga de su alcoba y la recién casada de su lecho nupcial!» (v. 16).
El profeta se detiene en particular en las oraciones de los sacerdotes, haciendo observar que debe estar acompañada de lágrimas. Nos hará bien pedir, al comienzo de esta Cuaresma, el don de las lágrimas, para hacer así nuestra oración y nuestro camino de conversión siempre más auténticos y sin hipocresía.
Justamente éste es el mensaje del Evangelio de hoy. En el pasaje de Mateo, Jesús vuelve a leer las tres obras de piedad previstas por la ley mosaica: la limosna, la oración y el ayuno. Con el tiempo, estas disposiciones se habían corroído por la herrumbre del formalismo exterior, o incluso habían mutado en un signo de superioridad social. Jesús pone en evidencia una tentación común en estas tres obras, que se pueden resumir en la hipocresía (la cita tres veces): «Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos… cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas… Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas… a ellos les gusta orar de pie… para ser vistos… Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas» (Mt 6,1.2.5.16).
Cuando se cumple algo bueno, casi instintivamente nace en nosotros el deseo de ser estimados y admirados por esta buena acción, para obtener una satisfacción. Jesús nos invita a cumplir estas obras sin ostentación alguna, y a confiar sólo en la recompensa del Padre «que ve en lo secreto» (Mt 6,4.6.18).
Queridos hermanos y hermanas, el Señor no se cansa jamás de tener misericordia de nosotros, y quiere ofrecernos una vez más su perdón, invitándonos a volver a Él con un corazón nuevo, purificado del mal, para tomar parte de su gozo. ¿Cómo acoger esta invitación? Nos lo sugiere San Pablo en la segunda lectura de hoy: «les suplicamos en nombre de Cristo: déjense reconciliar con Dios» (2 Cor 5:20). Este esfuerzo de conversión no es sólo una obra humana. La reconciliación entre nosotros y Dios es posible gracias a la misericordia del Padre que, por amor a nosotros, no dudó en sacrificar a su Hijo unigénito. De hecho, el Cristo, que era justo y sin pecado,  fue hecho pecado por nosotros (v. 21) cuando sobre la cruz cargó con nuestros pecados, y así nos rescató y redimió ante Dios. «En Él», nosotros podemos volvernos justos, en Él podemos cambiar, si acogemos la gracia de Dios y no dejamos pasar en vano el «momento favorable» (6,2).
Con esta conciencia, iniciamos confiados y gozosos el itinerario cuaresmal. Que María Inmaculada sostenga nuestra lucha espiritual contra el pecado, nos acompañe en este momento favorable, para que podamos llegar a cantar juntos la alegría de la victoria en la Pascua de Resurrección.
Dentro de poco cumpliremos el gesto de la imposición de las cenizas en la cabeza. El celebrante pronuncia estas palabras: «eres polvo y al polvo volverás» (Gen 3:19), o también repite la exhortación de Jesús: « Conviértanse y crean en la Buena Noticia» (Mc 1,15). Ambas fórmulas constituyen un llamado a la verdad de la existencia humana: somos criaturas limitadas, pecadores siempre necesitados de arrepentimiento y conversión. ¡Cuán importante es para escuchar y acoger este llamado en nuestro tiempo! La invitación a la conversión es entonces un impulso a regresar, como hizo el hijo de la parábola, entre los brazos de Dios, Padre tierno y misericordioso, a confiarnos de Él y a confiarnos a Él.



22 de febrero de 2015

ARTE CRISTIANO: NOÉ Y EL DILUVIO

NOÉ Y EL DILUVIO UNIVERSAL:
el número “8”


Una de las magníficas obras de arte del siglo XVI son las llamadas PUERTAS DEL PARAÍSO en el Baptisterio de Florencia.


Siguiendo una tradición del renacimiento, el Baptisterio está fuera del templo y, en este caso, se encuentra ubicada frente a la catedral de Florencia de Santa María del Fiore. Es obra del escultor y orfebre italiano Lorenzo Ghiberti quien la comenzó en 1425 y la finalizó en 1452.




Esta puerta, de bronce, tiene varios paneles con representaciones de hechos bíblicos, que aluden al Bautismo.

La puerta tiene dos batientes. Sus dimensiones son 5,20 metros de altura, 3,10 de ancho y 11 centímetros de grosor, el conjunto pesa ocho toneladas.

Las puertas se componen de 10 escenas del Antiguo Testamento por cada batiente:

·        Adán y Eva,
·        Caín y Abel,
·        Noé,
·        Abraham,
·        Isaac, Esaú y Jacob,
·        José,
·        Moisés,
·        Josué,
·        David y Goliat
·        Salomón con la reina de Saba

Cada escena se ha trabajado en bronce y se encuentra dorada a la hoja. En las Puertas del Paraíso se puede apreciar el alto, medio y bajo relieve con el que Ghiberti consigue sensaciones de profundidad y corporeidad en los objetos y personajes, además de sombras y perspectiva. Las puertas están hechas de bronce dorado.

En la foto de abajo se observa la parte del panel que muestra a Noé saliendo del Arca, al concluir el Diluvio.



Curiosamente el Arca tiene forma de pirámide (!). El artista del renacimiento sigue así una tradición casi olvidada de Orígenes, Padre de la Iglesia, que en su libro "Contra Celso" IV,41, afirmaba que ésta era la forma de la nave de Noé. En realidad toda una metáfora geométrica de la Iglesia y el Cosmos...

Refiere a la conclusión del Diluvio: por la puerta de abajo salen los ocho navegantes (Noé, su esposa, sus tres hijos y tres nueras), por la ventana de arriba salen las aves. Dios aparece nimbado por el Arco Iris.

El número “8” es símbolo de la Resurrección (“… el octavo día) y del don del Bautismo.

Ese número está nombrado en la Primera Carta del apóstol San Pedro que se lee en este primer domingo de Cuaresma:

“Cristo murió una vez por nuestros pecados -siendo justo, padeció por los injustos- para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne, fue vivificado en el Espíritu. Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban prisioneros, a los que se resistieron a creer cuando Dios esperaba pacientemente, en los días en que Noé construía el arca. En ella, unos pocos -ocho en total- se salvaron a través del agua. Todo esto es figura del bautismo”.

1 Pe 3, 18-19


Además, para los antiguos, los hijos de Noé (Sem, Cam y Jafet) son los padres de las tres razas identificadas con los tres continentes conocidos de la época, de manera que los cristianos siempre vimos esto como imagen de la universalidad del Don del Bautismo.


Por encima de las puertas, una escultura representa el Bautismo de Jesucristo en el río Jordán.



(Agradecemos la aportación del Padre Alexis Louvet)