Centro de Profesionales de la Acción Católica "SANTO TOMÁS DE AQUINO" de Buenos Aires, Argentina.

31 de diciembre de 2014

EL SAGRARIO EN EL CENTRO

El tabernáculo en el centro del templo




Monseñor Thomas Paprocki, Obispo de Springfield, en Illinois, Estados Unidos, ha dispuesto que, en todos los templos de su diócesis, el Sagrario sea reubicado en el centro de cada iglesia.. 

El obispo, en su carta pastoral “Ars celebrandi et adorandi” recuerda la rica tradición y enseñanza de la Iglesia en materia de celebración y veneración de la Eucaristía, y deplora el movimiento que, en los últimos decenios, ha visto relegado el Santísimo Sacramento a "capillas laterales".

Monseñor Paprocki dispone que en las iglesias y capillas de la diócesis donde el tabernáculo estuvo en el centro, debe ser restituido en el plazo más breve posible a su lugar, de acuerdo con el proyecto arquitectónico original.

En las iglesias en los que los tabernáculos nunca estuvieron en el centro, y no ocupen un lugar visible, importante y noble, deberán ser trasladados al centro, respetando el planteo iconográfico de cada construcción.

Solo podrán permanecer en su sitio los tabernáculos que nunca estuvieron en el centro de las iglesias, pero que ocupan un lugar visible, importante y noble en el templo.

El obispo recuerda a los fieles que la reverencia que corresponde ante nuestro Señor presente en el Santísimo Sacramento es la genuflexión. Y anima a que se realicen con frecuencia Exposiciones eucarísticas y adoraciones, así como procesiones eucarísticas públicas.



Escudo del actual Obispo de Springfield



THEOTOKOS: LA MADRE DE DIOS


La Iglesia inicia el año calendario
con la Solemnidad de SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS


La Virgen santísima, es la Madre de Dios. Esa verdad fue profundizada y percibida, ya desde los primeros siglos de la era cristiana, como parte integrante del patrimonio de la fe de la Iglesia, hasta el punto de que fue proclamada solemnemente en el año 431 por el concilio de Éfeso.

La primera comunidad cristiana, creía que "Jesús es el Hijo de Dios" y, por tanto, que María es la "Theotokos, la Madre de Dios". Se trata de un título que no aparece explícitamente en los textos evangélicos, aunque en ellos se habla de la «Madre de Jesús» y se afirma que Él es Dios (Jn 20, 28, cf. 5, 18, 10, 30. 33). Por lo demás, presentan a María como Madre del Emmanuel, que significa Dios con nosotros (cf. Mt 1, 22­23).

Ya en el siglo III, como se deduce de un antiguo testimonio escrito, los cristianos de Egipto se dirigían a María con esta oración:

«Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios:
no desoigas la oración de tus hijos necesitados;
líbranos de todo peligro, oh siempre Virgen gloriosa y bendita»

En este antiguo testimonio aparece por primera vez de forma explícita la expresión Theotokos, «Madre de Dios».

Decía el Papa Benedicto XVI en el año 2008:

"El título de Madre de Dios, tan profundamente vinculado a las festividades navideñas, es, por consiguiente, el apelativo fundamental con que la comunidad de los creyentes honra, podríamos decir, desde siempre a la Virgen santísima. Expresa muy bien la misión de María en la historia de la salvación. Todos los demás títulos atribuidos a la Virgen se fundamentan en su vocación de Madre del Redentor, la criatura humana elegida por Dios para realizar el plan de la salvación, centrado en el gran misterio de la encarnación del Verbo divino.

Y todos sabemos que estos privilegios no fueron concedidos a María para alejarla de nosotros, sino, al contrario, para que estuviera más cerca. En efecto, al estar totalmente con Dios, esta Mujer se encuentra muy cerca de nosotros y nos ayuda como madre y como hermana. También el puesto único e irrepetible que María ocupa en la comunidad de los creyentes deriva de esta vocación suya fundamental a ser la Madre del Redentor. Precisamente en cuanto tal, María es también la Madre del Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia. Así pues, justamente, durante el concilio Vaticano II, el 21 de noviembre de 1964, Pablo VI atribuyó solemnemente a María el título de "Madre de la Iglesia".

Precisamente por ser Madre de la Iglesia, la Virgen es también Madre de cada uno de nosotros, que somos miembros del Cuerpo místico de Cristo. Desde la cruz Jesús encomendó a su Madre a cada uno de sus discípulos y, al mismo tiempo, encomendó a cada uno de sus discípulos al amor de su Madre. El evangelista san Juan concluye el breve y sugestivo relato con las palabras: "Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa" (Jn 19, 27). Así es la traducción española del texto griego: εiς tά íδια; la acogió en su propia realidad, en su propio ser. Así forma parte de su vida y las dos vidas se compenetran. Este aceptarla en la propia vida (εiς tά íδια) es el testamento del Señor. Por tanto, en el momento supremo del cumplimiento de la misión mesiánica, Jesús deja a cada uno de sus discípulos, como herencia preciosa, a su misma Madre, la Virgen María” - 



30 de diciembre de 2014

En la Octava de Navidad: La Sagrada Eucaristía y la forja del carácter


“Dios se hizo hombre para que el hombre se elevara a las alturas de Dios”.
San Agustín


La sagrada Eucaristía y la forja del carácter


Custodia monumental de la Basílica del Santísimo Sacramento en Buenos Aires

La liturgia de la Misa de este sexto día de la Octava de Navidad contiene la siguiente ORACIÓN COLECTA:


Concédenos, Dios todopoderoso,
que el nuevo nacimiento de tu Hijo unigénito en nuestra carne
nos libre de la opresión con que nos domina
la antigua esclavitud del pecado.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.


         Podemos decir que el carácter es como el sello de la voluntad que se esfuerza por amoldar las acciones a las propias convicciones. El carácter es la verdadera armonía de todas las facultades de la persona. Esto referido al carácter humano, pero el carácter cristiano, católico, es mucho más: es todo el ser del hombre compenetrado con la fuerza que viene de Cristo. Es el carácter humano sobrenaturalizado por la gracia. El carácter es algo divino en el cristiano, pues nuestra vida es vida divina. Cristo es su fuente.

La formación del carácter es el todo de nuestra vida sobrenatural. Un hombre o una mujer sin carácter está disminuido; un cristiano sin carácter es un cristiano debilitado, frágil, temeroso, voluble.

La Sagrada Comunión es la fuerza que modela el carácter y lo disciplina. Recordemos la frase conocida de San Agustín: Dios se hizo hombre para que el hombre se elevara a las alturas de Dios. Es Cristo quien modela nuestro carácter. Y lo hace a través de la Eucaristía, que podemos decir que es sacramento del carácter cristiano, porque es el Sacramento de la gracia.

La imagen de Dios impresa en el alma adquiere en la Sagrada Comunión la plenitud de su desarrollo en todos los aspectos de la vida. Cristo se nos da comunicándonos su propia vida divina. No altera nuestra identidad personal, pero la refuerza, la fortalece, la apuntala. ¿Pero lo sentimos? ¿Comprobamos los efectos en nuestra vida, forma de actuar y de comportarnos? ¿Nos sentimos robustecidos en nuestra personalidad? Es definitiva, ¿se fortalece nuestro carácter?

No se puede seguir a Cristo con un carácter disminuido, debilitado. Un carácter así hace del cristiano un timorato, blanco fácil del “enemigo”. Sin carácter no hay verdadera voluntad para ser fiel al mandato divino de santidad.

El hombre, o mujer, de ideas firmes, constantes, es un hombre o mujer de carácter. La gracia nunca les faltará, porque nunca traicionarán al Señor, lucharán en la vida diaria por ser fieles a la gracia recibida: con decidida resolución se enfrentarán al mundo, demonio y carne.

San Pablo se gloriaba que su vivir era el mismo de Cristo (2 Cor, 5, 14): Mihi vivere Christus est. Este es ideal al que hemos de dirigir nuestra vida, muchas veces infecunda y frustrada, por la inconstancia y fluctuaciones de nuestra carácter, por la falta de una voluntad firme.

Dice el Eclesiástico (5,12): Sé firme en tus juicios y no tengas más que una palabra..

Si quieres forjar tu carácter, si quieres ser firme en tus juicios, si quieres tener una palabra y mantenerla, recibe con frecuencia y con las debidas disposiciones al Señor eucarístico. Todo lo demás se te dará por añadidura.

Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa


29 de diciembre de 2014

UN AÑO QUE TERMINA (2014) Y OTRO QUE COMIENZA (2015)

¿Qué sentido le damos al paso del tiempo?La cuestión no es solamente “sentirse mejor” sino ser objetivamente mejores.


De la reflexión del arzobispo de La  Plata, monseñor Héctor Aguer, en la conclusión del año calendario.



Hoy quería hablarles del fin de año o mejor del Año Nuevo. ¿Qué puede significar esto? Supongo en todo caso que no nos absorbe tanto el aspecto exterior, la preparación de una comida en familia o lo que fuere, como para que podamos pensar en lo que significa profundamente en nuestra vida. 

Se van sumando los años, los años, los años, nos vamos haciendo viejos, yo por lo menos, y ¿qué sentido le damos a ese pasar del tiempo? ¿El tiempo nos pasa por encima o nosotros lo vivimos seriamente?

El fin de año tiene que recordarnos nos tiene que recordar de alguna manera el fin de la vida, el fin para el cual hemos sido creados. Hemos sido creados para gozar de Dios por toda la eternidad. Puede ser que se filtre siempre una cierta melancolía en el año viejo pero el año nuevo nos recrea, nos pone contentos porque empezamos otro tramo. 

Este pensamiento que se puede hacer, que debe hacerse del sentimiento del corazón, puede ayudarnos a pasar mejor estos dos días, ese tiempo final del año calendario. Me parece que esto puede darle otro tono a nuestro festejo anual y, al mismo tiempo, es una ocasión de renovación. 


Tendríamos que hacer una especie de balance del año viejo aunque a veces el balance nos pesa en las espaldas pero siempre hay alguna cosa buena, quizás muchas cosas buenas, muchas cosas buenas podemos pensar, decir, hacer. Al mismo tiempo el año nuevo nos muestra que las cosas no son totalmente caducas, que están destinadas por la creación bondadosa de Dios a perdurar. Y tenemos otro período que el Señor nos da para ser mejores, para que el balance al final de ese año nuevo sea un poquito mejor que el anterior y es así como uno va creciendo. 

No debemos crecer solamente en años y en canas, debemos crecer sobre todo en la postura personal, en la riqueza interior y, especialmente, yo diría, en el modo como nos relacionamos con el mundo, con nuestra familia, con nuestros amigos y con aquellos que pasan por la calle junto a nosotros.
 
Cuando decimos que el centro de la fe cristiana, del Evangelio, de la vida de los cristianos, debe ser el amor y la caridad estamos refiriéndonos a eso. La caridad incluso se concreta en rasgos cotidianos de amabilidad, de sentido común, de dulzura en el trato. 

Si tratamos de llevar estas cosas a la práctica, con toda la dificultad que eso entraña, creo que vamos a sentirnos mejor, porque vamos a hacer lo mejor. La cuestión no es solamente sentirse mejor sino ser objetivamente mejores. Y eso se lo tenemos que pedir a Dios en la transición del año viejo al año nuevo.

En este sentido, me despido de ustedes con el deseo de que tengan muy feliz año nuevo. 



Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata


28 de diciembre de 2014

DOLOROSAS REALIDADES QUE INVITAN A UNA SERIA REFLEXIÓN

UN HERMOSO TEMPLO PARROQUIAL DE MINNESOTA, USA, 

CONSTRUIDO EN EL AÑO 1922, 

FUE VENDIDO
Y SE TRANSFORMÓ EN UNA MEZQUITA


Las fotos de abajo son una muestra del proceso de venta del templo católico de la parroquia San Juan en Minneapolis, y que fue comprado para ser un Centro Islámico.

Este ejemplo se repite en muchos lugares del mundo
y debe movernos a la reflexión.











Una iglesia católica en Minneapolis, Minnesota, Estados Unidos fue cerrada el año 2013 por decisión del Obispo de la diócesis y se puso a la venta. La compró la comunidad islámica y ahora ha vuelto a abrir sus puertas como una mezquita. Su última Misa se celebró el 30 de junio de 2013.

La iglesia parroquial de San Juan en Minnesota, de estilo gótico, contaba con un bello templo consagrado, y un gran colegio parroquial.El retablo del altar mayor, el órgano de tubos, sus techos abovedados y sus vitrales eran admirados por todo el barrio. Fue erigida en 1922 -127 años de vida litúrgica y comunitaria católica - y se cerró y vendió el año pasado, debido a la disminución de fieles.

En junio de 2014 todo el conjunto edilicio, con el templo gótico y la escuela parroquial fue vendido en U$ 900.000 y reabrió sus puertas como Centro Islámico Darul-Uloom.

Las fotos muestran el antes y el después de esta iglesia, en la cual durante más de un siglo se celebraron las Misas y demás sacramentos, así como una intensa vida parroquial.

"Hay una gran cantidad de nativos de África del este (especialmente somalíes) en la zona, y queremos darles un lugar para adorar, un lugar para ser educados en su identidad, un espacio comunitario," dijo el portavoz musulmán Feisal M. Elmi a The Associated Press.

De acuerdo con la historia reportada, el cierre de la iglesia el año pasado, ocurrió porque "San Juan llegó a tener 1400 fieles y en 2013 contaba con sólo 400 miembros. El Padre George Welzbacher, de 86 años y antiguo párroco de San Juan dijo el año pasado que logísticamente, el final de San Juan era inevitable.
"El número de sacerdotes activos es muy limitado" "Algunas de las grandes parroquias tienen miles de familias y necesitan esa mano de obra."

EL DESMANTELAMIENTO DE LA IGLESIA

La cruz que coronaba exteriormente el templo fue retirada y se perdió en el desmantelamiento (se rompió y la retiró un camión de desechos). Las puertas del templo, que también tenían una cruz fueron modificadas. Algunos de los elementos sagrados de la parroquia fueron salvados y distribuido a otras iglesias católicas.

Los ornamentos decorativos religiosos fueron retirados del edificio como parte de un proceso de desmantelamiento como los bancos, altares, comulgatorio, confesionarios, cuadros del vía crucis y partes de los vitrales que representan los símbolos cristianos. Algunos de ellos fueron llevados por camiones de basura (ver fotos)

Sillas, mesas y algunos muebles en la casa parroquial se quedaron para uso de los nuevos ocupantes.

Antiguos feligreses dijeron que fue decepcionante ver cómo se desmanteló esta iglesia que tenía una gran tradición en la zona y cómo se la despojó de su iconografía religiosa.


Fuentes de la Curia diocesana dijeron que estaban contentos porque la iglesia y el campus escolar iban a ser usados para temas religiosos, aunque fueran islámicos.







El altar lateral de San José, desmantelado






El frente exterior, cuya Cruz fue retirada





Desoladoras imágenes de la nave central, ya sin sus ornamentos.






Publicidad de la venta del templo y el colegio parroquial anexo




Desmantelamiento de los confesonarios y colocación en contenedores de basura








Retiro de los cuadros del Vía Crucis








La puerta principal, que tenía cruces en su frente, fue modificada 








El presbiterio ya sin su hermosa mesa de altar









SAGRADA FAMILIA

El cardenal Cañizares insta a
“promover y defender el matrimonio único e indisoluble entre un hombre y una mujer”
frente a “dictaduras de moda que distorsionan las conciencias y las esclavizan con supuestos ¨modelos de famila¨ alternativos”




El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ha exhortado hoy a las familias a “promover y defender el matrimonio único e indivisible entre un hombre y una mujer” y recobrar la confianza en sí mismas como “grandísima esperanza para el futuro” a pesar de políticas “irresponsables y suicidas, producto de las ideologías y cultura dominantes” que no ayudan a la familia “sino que la distorsionan”.


Ante miles de personas que llenaban la Catedral de Valencia, en la misa conclusiva del Día de la Familia convocado en la diócesis, y rodeado de cientos de niños en torno al altar mayor, el cardenal Cañizares ha insistido que “la familia constituye un bien precioso, en la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer se basa también el futuro” y por ello, el matrimonio y la familia “requieren ser promovidos y defendidos no sólo por el Estado sino por toda la sociedad”.


Sin embargo “los estados incumplen con su responsabilidad de servicio al bien común cuando legislan contra la familia, y actúan irresponsablemente cuando desprotegen al matrimonio porque es ahí, en la familia, donde el ser humano encuentra su verdad”, según ha lamentado el purpurado, quien ha advertido que “la familia se ve hoy desnaturalizada por políticas y leyes que quiebran no sólo la voz de Dios sino el orden de la naturaleza”.


El cardenal Cañizares ha manifestado, además, que “el matrimonio único e indisoluble entre un hombre y una mujer, indudablemente no está de moda; todo el mundo se pliega a la dictadura de la moda, y lo que está de moda es tachar de conservador, atrasado e inmovilista el pensamiento de la Iglesia sobre la familia y el matrimonio, el verdadero y único entre un hombre y una mujer a imagen y semejanza de su creador”. Esta dictadura de la moda, ha advertido, “ejerce un terror sobre las conciencias y las esclaviza”.


“El único espacio que queda de humanización”


Ante esta situación, el cardenal Cañizares ha defendido que “la familia, basada en el matrimonio estable entre un hombre y una mujer, abierto a la vida recibida como don de Dios es el único espacio que queda de humanización y el único espacio en el que el hombre puede formarse como tal”. De tal modo, que “mientras perviva la familia pervivirá el hombre sobre la tierra, porque en la familia está el futuro del hombre”, ha asegurado el arzobispo de Valencia. Por el contrario, “todo lo que sea desvirtuar la familia es poner en peligro este futuro”.


En otro momento de su homilía, el cardenal Antonio Cañizares ha señalado que “frente a supuestos modelos de familia alternativos que hoy se proponen, la Iglesia invita a las familias cristianas a ser signo luminoso del evangelio a vivir con gozo y alegría su condición de hombre y mujer, esposo y esposa, padre y madre, creadores de una nueva cultura familiar centrada en Cristo”.

De hecho, el cardenal Cañizares ha expresado también que “por el desarrollo equilibrado y sano de la personalidad, todo ser humano necesita desde el principio de su vida la confianza básica que sólo puede darle el clima afectivo de la familia, del padre y de la madre”.


“Mostrar con gozo y esperanza la realidad de la familia”


En suma, las familias “necesitan recobrar confianza en sí mismas” ante la “cultura e ideologías dominantes que, a través de medios de comunicación, moldean comportamientos y sensibilidades contrarias al modelo de familia”, ha precisado el purpurado, que ha llamado finalmente a “mostrar con todo gozo y esperanza que la familia es una comunidad de amor, de solidaridad abierta y que en ella está, sin duda, el futuro”.






EN LA OCTAVA DE NAVIDAD: IR A BELÉN

¡USTEDES VENGAN A BELÉN!


En los himnos y villancicos de Navidad resuena un mismo eco: 
el eco de una invitación proclamada en Belén:

Venite in Bethleme!



Vengan a este humilde pueblito de Judea, ya anunciado por Isaías, a contemplar -con estupor- el más grande misterio acaecido sobre la tierra. Vengan a la ciudad donde nació y fue coronado el Rey David y acérquense al lugar que señala la Estrella.


Fray Luis de Granada, explicando esta invitación, 
dice hermosamente:


“Venid a ver al Hijo de Dios,

×          no en el seno del Padre, sino en los brazos de la Madre;
×           
×          no entre los coros de los Ángeles, sino entre unos viles animales;
×           
×          no asentado a la diestra de la Majestad en las alturas, sino reclinado en un pesebre de bestias;
×           
×          no tronando ni relampagueando en el cielo, sino llorando y temblando de frío en un establo” 
×           
(Vida de Jesucristo, Madrid 1990, p. 32).

Sí, venite, adoremus; 
venite, adoremus Dominum.





HEREJÍAS CRISTOLÓGICAS


EN LA OCTAVA DE NAVIDAD


EN JESÚS NO HAY DOS PERSONAS 

SINO UNA ÚNICA PERSONA  DIVINA 

CON DOS NATURALEZAS: DIVINA Y HUMANA



de la Carta Pastoral del Obispo de San Sebastián, España, monseñor José Ignacio Munilla acerca del riesgo que, actualmente, se percibe en la teología de sustituir la Cristología por la “Jesusología”




Alguien dijo que los Evangelios fueron escritos para formular una pregunta e iluminar su respuesta. 

La pregunta no es otra que la siguiente: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (cfr. Mt 16, 15; Mc 8, 29; Lc 9, 20). Mientras que la respuesta se sintetiza en las palabras de San Pedro: «Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16).

Estas palabras son un eco de la liturgia de Navidad, en la que se ilumina de forma maravillosa el misterio de Jesucristo:

«Porque en el misterio santo que hoy celebramos, 
Cristo, el Señor, sin dejar la gloria del Padre, 
se hace presente entre nosotros de un modo nuevo: 
el que era invisible en su naturaleza se hace visible al adoptar la nuestra; 
el eterno, engendrado antes del tiempo, comparte nuestra vida temporal 
para asumir en sí todo lo creado, 
para reconstruir lo que estaba caído 
y para restaurar de este modo el universo».

Y en el Prefacio de Navidad la Iglesia canta:


“Gracias al misterio de la Palabra hecha carne,

la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor, 
para que, 
conociendo a Dios visiblemente

lleguemos al amor de lo invisible”.

A lo largo de estos dos mil años, la Iglesia se ha debido enfrentar a tres tipos de errores cristológicos, que daban una respuesta equivocada a la pregunta sobre la identidad de Jesucristo:

     I.   La primera de las herejías cristológicas, conocida como «gnosticismo» o «docetismo», consiste en negar o minusvalorar la humanidad de Jesús. Jesucristo sería Dios con apariencia humana, pero no verdadero hombre como nosotros.
   II.   La segunda de las herejías cristológicas, conocida con el nombre de «arrianismo», niega –más o menos explícitamente– la divinidad de Jesucristo: Jesús sería considerado Dios solamente en un sentido metafórico, pero no ontológico.
  III.  Y, finalmente, el tercer tipo de herejía cristológica, conocida como «nestorianismo», consiste en entender equivocadamente la conjunción de la humanidad y la divinidad de Jesucristo, comprendiendo a Jesús como mitad hombre y mitad dios, como si en él hubiese dos personas: una humana y otra divina.
En estos días de Navidad, la pregunta a realizar es la siguiente:

¿Cuál de estos errores cristológicos es el que está más presente en nuestros días? O dicho de otro modo, ¿qué aspecto del misterio de Cristo es el que corre el riesgo de quedarse arrinconado, desdibujado, cuando no negado?

Sin duda alguna, en la actualidad, son más frecuentes las desviaciones ligadas al segundo y al tercero de los errores señalados: la negación o el oscurecimiento de la divinidad de Jesucristo (creer en Jesús como hombre, pero no como Dios); y al mismo tiempo, la incorrecta formulación del misterio de Cristo, refiriéndonos a la humanidad de Jesucristo sin tener en cuenta suficientemente su singularidad.

Analicemos algunos indicios de la presencia de estos errores:
En primer lugar, es sintomático el desuso hoy en día, de los títulos cristológicos presentes en la misma Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia: «Cristo», «Jesucristo», «Señor», «Hijo de Dios», etc.

Corremos el riesgo de sustituir la «Cristología» por una mera «Jesusología». Incluso, en ocasiones, escuchamos expresiones del tipo «Jesús es un hombre que llegó a ser Dios» o «un hombre en quien Dios habita de una forma especial», en vez de afirmar explícitamente la divinidad del Señor: Jesucristo es Dios, es el Verbo hecho carne, es el Hijo único del Padre, etc.

Al mismo tiempo, hoy no son infrecuentes las referencias a Jesús como una persona humana, olvidando que en Jesús no hay dos personas (humana y divina), sino una única persona divina.

La experiencia nos dice que no debemos prescindir de los términos «persona» y «naturaleza», utilizados por los concilios cristológicos, so pena de desdibujar nuestra fe en Jesús de Nazaret.

Él es una de las personas divinas, la segunda persona de la Santísima Trinidad (el Hijo), y tiene dos naturalezas: divina y humana.

Por ello, le confesamos como verdadero Dios y verdadero hombre. Así lo proclama el Credo de la liturgia dominical de la Iglesia. Y no está de más recordar que esta formulación de la fe en Jesucristo nos une tanto a las iglesias protestantes como a las ortodoxas, que están también plenamente adheridas a la fe cristológica de los concilios del primer milenio de la Iglesia.

La conocida «ley del péndulo» tiene también su incidencia en lo que se refiere a la percepción de la figura de Jesucristo. Si en el pre-concilio se corría el peligro opuesto de la tendencia «monofisita», en la que la confesión de la divinidad de Jesucristo anula en la práctica la riqueza de la humanidad de Jesús; posteriormente hemos pasado al riesgo contrario. Cito un párrafo de la conferencia pronunciada en 1995 por el cardenal Joseph Ratzinger en los Cursos de Verano de El Escorial:

«Nuestro peligro actual es el de una cristología unilateral de la separación (nestorianismo), donde la atención centrada en la humanidad de Jesucristo va haciendo desaparecer la divinidad, la unidad de la persona se disgrega y dominan las reconstrucciones de Jesús como mero hombre, que reflejan más las ideas de nuestro tiempo que la verdadero figura de nuestro Señor».

La superación de esta “ley del péndulo”, que responde a una falsa dialéctica entre la humanidad y la divinidad, solo la han podido lograr los enamorados del Señor Jesús, es decir, los santos. Estamos celebrando los 500 años del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, una auténtica enamorada de la humanidad de Jesucristo, que entendió perfectamente que esa humanidad temblorosa que se nos muestra en el pesebre de Belén, es la puerta para penetrar en el misterio trinitario.

¡Os deseo una feliz y santa Pascua de Navidad, y un próspero Año Nuevo!

+ José Ignacio Munilla
Obispo de San Sebastián